Como ya comentamos en el anterior post de fomentar nuestro optimismo, hay “gente tóxica”, personas autodestructivas, narcisistas, perversas, violentas, estafadoras, manipuladoras, maltratadoras…. Se sabe que de estas personas nocivas está lleno el mundo, ya lo poetizó Antonio Machado con su “mala gente que camina y va apestando la tierra”.
Hoy vamos a hablar de esta personas tóxicas, y, atención, a veces, puedes ser tú misma en relación con tu ser. El psicólogo Juan Cruz sostiene que todos podemos ser ‘venenosos’ en algún momento. Estas personas nos producen malestar, pero algunas pueden arruinarnos la vida, destruir nuestros sueños o alejarnos de nuestras metas.
Lo importante es identificar a estas personas tóxicas lo antes posible. Para ello el psicólogo argentino Bernardo Stamateas da algunas pistas para identificarlas en su libro Gente Tóxica. Según el autor, esta persona es la que te roba energía, la que te mete miedo y culpa, en definitiva, la que como dice ” te nivela para abajo”. Son esas personas que destruyen la autoestima a los demás para ellos sentirse bien. Son esas personas que piensan que sólo ellos tienen razón y que sólo ellos saben cómo han de hacerse las cosas. Por regla general, agigantan tus errores y reducen al máximo tus logros o difunden rumores para acabar con tu reputación. Persiguen un objetivo: conseguir poder y control sobre todo y todos.
“La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llena de frustraciones”
Si esta definición te recuerda a alguien es que has estado en contacto con un persona tóxica. Al igual que los agentes peligrosos, este tipo de individuos son altamente nocivos ya que pueden destruir la confianza en uno mismo, alejarnos de nuestros objetivos y hasta arruinar nuestra vida.
Según palabras de Stamateas “Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones. No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de los tóxicos. No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos”.
Clasificación de gente tóxica
No existe sólo un tipo de persona tóxica. Para poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrolla en su libro trece tipologías que adoptan estos seres nocivos. Éstas son algunas de las formas que adoptan:
- Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: “No eres lo bastante bueno”, “tú me haces ser así” o “me sacas de quicio”.
- Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
- Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
- Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
- El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus ‘amigos’ mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
- El chismoso: Hay un aforismo que dice “no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran”. Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
- También están el mediocre, el neurótico, el orgulloso, el manipulador, el jefe autoritario y el psicópata.
Los antídotos contra las personas tóxicas
Para el psicólogo Juan Cruz hay ciertos antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
- Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. “Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma”, explica Cruz.
- Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
- Abstracción: Todos somos libres de ‘cerrar la ventana’ de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
- Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
- Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
- No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
- Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia ‘desgracia’. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
- Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
En definitiva los profesionales nos aconsejan alejarnos de esa gente. Como dice Stamateas, hay que aprender a negociar, pero sin ceder nuestros derechos, pues nos pertenecen. Disponemos de dos palabras imprescincibles: la palabra SI y sobre todo NO, es decir, poner límites a esta personas, ambas nos sevirán de gran ayuda parea resolver cualquier diferencia que podamos tener en nuestros vínculos personales. Se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas. Primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, los terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes para evitar convertirnos en uno de ellos.
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