La decadencia y caída del Imperio romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde san Agustín de Hipona. La ruina de la “Roma eterna” ha perdurado como el paradigma por excelencia del agotamiento y muerte de las civilizaciones, una caducidad mundana interpretada como el precedente y anuncio del fin del mundo o, al menos, de la civilización occidental. Los siglos XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición, como la Roma de los siglos III y IV.
Las similitudes entre Alejandro Magno, el Imperio Romano y el control Social en México
Hacia el año 476 d.C. una invasión de bárbaros germanos sajones provenientes del norte de Europa entraron a la gran capital del Imperio Romano con el fin de invadir la hasta entonces casi impenetrable ciudad. Con la furia característica de las tribus bárbaras saquearon y mataron todo lo que encontraron a su paso, prendieron fuego a las estructuras y luego siguieron su camino como si no entendieran la magnitud de la que hacían. Roma en llamas como en épocas de Nerón, con la diferencia del triste desenlace de que en esta ocasión era el fin. Con estos históricos sucesos se dio por culminado un reinado mundial de casi 1000 años que gozó el imperio Romano y aunque lo sobrevivió su extensión en oriente, el mundo nunca volvió a ser el mismo.
Sin una poder que centralizará la toma de decisiones Europa se vio sumergida en la era de la oscuridad, el esplendor social y económico romano, los caminos señales cruciales del imperio y demás, fueron quedando en el olvido, pero no porque desaparecieran, poco a poco el mundo conocido tuvo un reacomodo necesario en donde la cultura romana sin duda sentó un precedente que se fusionó en nuevas expresiones sociales, políticas, culturales, económicas y militares, etc. una transición conocida como el oscurantismo. Así transcurrieron los siglos, nuevos líderes y nuevos imperios surgieron que sustituyeron el vació de poder romano, un buen ejemplo el rey Franco Carlo Magno. Es un imperativo de la raza humana que hasta este punto siempre alguien mantiene el control del otro, como la dinámica del maestro/esclavo de Hegel.
Dentro de este reacomodo social necesario una de las estructuras más importantes que sobrevivieron del mundo romano fue su aproximación al poder y la manera en la que estaba conformada su dominación, una de las claves de su éxito. Roma toma el ejemplo de otros imperios que los antecedieron, sobre todo el del griego Alejandro Magno quien sabia perfectamente que para poder mantener el control sobre sus conquistas era necesario conformar una estructura de poderío militar, de control social, económico pero sobre todo cultural que le permitirá asegurar que los conquistados no solo aceptaran el nuevo imperio, sino que formaran parte de él y viceversa.
Alejandro Magno cuando conquistaba un territorio no imponía sus condiciones de formas totalitarias, primero negociaba con los nobles quienes mantenían sus privilegios a cambio de aceptar al nuevo gobernante. El darles privilegios les facilitaba las conquistas pues estos aceptaban la presencia de Alejandro y a su ves ejercían control sobre sus súbditos para que ellos también aceptaran el nuevo gobernante, después se encargaba de tomar medidas que fusionaran la cultura conquistada con la Macedonia; cuando venció a Persia le dio la orden a sus generales de tomar esposas y procrear niños, empezando por él. En Egipto, después de la invasión, a cambio de permitir las costumbres sociales y religiosas los sacerdotes le ofrecieron el titulo de faraón. De este forma él ejercía un poder militar, cultural y económico.
Los romanos como Alejandro Magno sabían perfectamente la importancia de cuidar estos cuatro aspectos de control social, bajo su imperio el poder militar fue inigualado durante gran parte de su historia, en cuestión cultural Roma dictaba tendencias y monumentos dignos de maravillas tecnológicas y artísticas, ser romano era un prestigio que se podía adquirir pero sobre todo Roma sabía que al controlar el comercio y el flujo económico se aseguraba un poderío único, una nueva provincia implicaba nuevos materiales que fluían al imperio pero sobre todo nuevos mercados de consumo de sus productos y el enriquecimiento de su cultura y sus elites gobernantes. A tal punto que ellos controlaban la moneda y da tal forma cualquier transacción.
Lo que es claro es que esta estructura piramidal de poder que ha existido desde épocas ancestrales se ha ido replicando a través de los poderes fácticos del mundo, obviamente con variaciones, pero al final muy parecida. Lo podemos ver prácticamente en todas las estructuras de poder tiránico, en donde se centraliza el poder existen un grupo que controla al resto, en un imperio existía el emperador, figura máxima, en una dictadura perfecta existía el presidencialismo y la simulación que esto implica.
Curiosamente esta misma estructura de poder fue la perdición de Roma, sencillamente no pudieron mantener tantos brotes de insurrección por la excesiva expansión, el poder puede volver loco a quien lo goza y eso lleva a exuberancias, el imperio sucumbió ante los excesos que permitía, el presidencialismo sucumbió ante los excesos que olvidaron la simulación. Pero en ambos casos no desaparecieron las estructuras de poder, simplemente se transformaron para fusionarse en nuevas expresiones y nuevos imperios, los nobles Romanos seguramente escaparon del desastre, cuando al fin calló el régimen priísta, no desaparecieron del todo las estructuras que lo secundaban, sencillamente se transformaron, algunos cayeron en el olvido irracional y perdieron su gran poder como la CTM, pero otros, como el SNTE de Elba Esther Gordillo, producto del viejo régimen del PRI, pactaron nuevas formas de control y tomaron un papel aun más protagónico que antes.
Y así como sucedió hace ya más de 1000 años, después de la caída del régimen dictatorial priísta, México se vio hundido en una vació de poder. Esta trancisión que se pensó culmino en el 2000, pero que apenas comienza, ha tenido como actores nuevas figuras, aunque tampoco han desaparecido muchos de los viejos actores lo que nos pone ante un reto inmenso, viejos hábitos mueren difícilmente.
Desde la entrada en vigor del TLC y plan neoliberalista de Salinas, se reconfiguró una estructura de poder aun más corrupta y ambiciosa, la del régimen del dinero. Las privatizaciones y otras medidas tomadas por el gobierno salinista provocaron nuestra entrada el primer mundo sin estar listos, lo que generó que los ricos se volvieron más ricos y los pobres más pobres, sin importar si fuera de forma legales o ilegales, un entorno social dividido y una especie de agarrase quien pueda de lo que pueda, nuevos pactos de poder para repartirse el pastel.
A finales de la década de los 80 el gobierno estadounidense, el poder romano de nuestra época, contemplaba una posible transición democrática en México lo que de algunos forma u otro atentaba contra sus intereses de control social y demográfico, la solución que encontraron para cualquier que fuera el escenario fue el promover un tratado de comercio que les permitiera mantener el control a partir del yugo económico.
Como en épocas romanas, el gobierno estadounidense sabían que no lo podían hacer solos, que necesitaban de las elites gobernantes que apoyaran el proceso y su ves controlaran sus respectivos sectores, por lo mismo acudieron a Carlos Salinas quien en su papel de gobernante presidencialista reunión a un grupo de empresarios a los que se les facilitó la compra de bienes del estado, propiedad de todos los mexicanos, a precios ridículos, estas facilidades crearon un grupo de empresarios muy poderosos en diferentes ramas de la cotidianidad comercial. En los ochentas únicamente existían una familia mexicana en la lista de los hombres más ricos de Forbes, en la última edición aparecieron 25, incluido el Chapo Guzmán, irónicamente le dinero es el dinero, no importa si es ilegal siempre y cuando todos los implicados ganen.
Eventualmente llegó la caída del régimen del PRI pero tristemente para eso entonces ya se había inaugurado el régimen del empresario y las transnacionales, todo bajo el yugo de los Estados Unidos al final es mejor que el país se mantenga bajo el yugo de unos cuantos que en un revolución, aunque la narcoinsurgencia que vivimos fue una parte del problema que nunca contemplaron y que se esta convirtiendo en uno de los principales excesos que contemplan la decadencia del imperio americano y sus estructuras de poder.
A su vez los excesos de un mala transición panista y el de los empresarios favorecidos como las crisis de mexicana de aviación, unidos a los viejos actores, sindicatos y demás estructuras de control social y laboral etc. puede ser justo la chispa que este país espera para otra revolución violenta y el retroceso que eso implica. Porque este país es bueno para hacer cambios a destiempo, imponer dictadores y hacer revoluciones que no llevan a ningún lado, pero esta ya es muy cansado. Nunca vamos a cambiar como país mientras sigamos dejando olvidada y a su suerte a gran parte de la población, el cambio es para todos o simplemente no hay cambio, acabar con esta simulación es una parte crucial de nuestro retos como nación, pero aquí hacer eso es decir la verdad y muchas veces eso conlleva la intimidación y la muerte.
Dentro de todas las privatizaciones que se hicieron durante la administración de Carlos Salinas una de las tantas ventas que se hicieron fue de la Grupo México, empresa de minería propiedad del estado, que mantenían la explotación de las minas más importantes del país. Este grupo fue vendido a un hombre duro, poco visible, con mucha ambición, Germán Larrea, un empresario del ámbito que creo su fortuna a partir de la especulación de metales y que ahora es considerado el segundo hombre más rico del país, justo detrás de Carlos Slim.
Con la entrada en vigor del TLC la industria minera, tradicional de este país, vio reactivada su importancia dormida de sueños españoles, ingleses y americanos principalmente. Muchas regulaciones que sustentaban el correcto uso de esta industria fueron anuladas con el fin de “dar facilidades” en nuestro supuesto acercamiento el primer mundo, obra del plan neoliberalista de Carlos Salinas. Con estas “facilidades” las compañías mineras tornaron sus negocios a México, lo que resultó en la reactivación de la industria y amplias ganancias pero con el costo de problemas sociales y de desigualdad económica muy fuertes, nada que no se hubiera visto antes desde la colonia.
A estas compañías, con el fin de volvernos de primer mundo se les permitió el uso de técnicas dañinas al medio ambiente como la minería a Tajo Abierto, prohibida en gran parte del mundo, en la que se usan explosivos para desaparecer la montaña hasta dejar un cráter y luego se usa cianuro y agua para tratar la piedra. Un triste ejemplo de esta minería es la mina del Cerro de San Pedro en San Luís Potosí que opera desde el 2006 luego de 14 años de lucha social que vio su derrota en la corrupción e ignorancia de Vicente Fox .
En 1994 se reforma la ley de minería lo que permitió concesiones mas amplias y medidas de seguridad más baratas, todo en complacencia de los sindicatos, quienes siguiendo la vieja estructura de control social aceptaron las condiciones siempre y cuando se respetaran sus privilegios.
El pasado 19 de Febrero se cumplieron 5 años del accidente que se suscito en la mina pasta de Conchos en Coahuila en donde 65 mineros perdieron la vida. Una explosión que los encerró en una tumba de 150 metros, un conflicto obrero/patronal que les quito toda esperanza, ¿Murieron con la explosión? No lo se. Una verdad absoluta, la triste realidad social, económica y política de este país que no quiso averiguarlo. Aquí los intereses vienen primero que la vida de un trabajador pobre, la incesante y ya ancestral necesidad de prolongar el status quo del control social de clases. Era solo cuestión de tiempo para que esta mina sufriera del desastre, sencillamente los medidas de seguridad que había aprobado el sindicato de mineros dirigido por Napoleón Gómez Urrutia no eran las correctas, dejaban mucho que desear pero aun así fueron aprobadas, arreglo que eventualmente desencadenaría una de las persecuciones políticas y económicas más duras del régimen del dinero instaurado por los Estados Unidos en complacencia con el gobierno mexicano, los empresarios, los sindicatos y demás estructuras de poder.
Después de lo vivido en Chile, las comparaciones son obligatorias. Ellos, en un intento gubernamental de sacar los mejor de una crisis, se unieron para crear una historia que fascinó al mundo durantes semanas y permitió al presidente ganar una popularidad promocional única, un orgullo chileno el rescate de sus mineros, aquí el gobierno cerró filas con los intereses para enterrar a 150 metros una historia que grita en el olvido de 5 años. Su motivación, el poderle asestar un golpe al líder del sindicato de mineros Napoleón Gómez Urrutia, un líder charro, típico mexicano, con una doble moral característica de nuestra cultura, que en su intento de redimir su historia e injusticias terminó exiliado en Canadá y amenazado de muerte.
Para poder entender esta historia y el porque esos hombres fueron dejados a su suerte, incluido Napoleón, primero hay que tratar de entender como funcionan los sindicatos en México y lo que implica la industria minera en nuestro país y el mundo.
¿Por qué cayó el Imperio romano? Una respuesta inesperada (y fascinante)
Es una pregunta que se ha repetido una y otra vez en los últimos 15 siglos: ¿por qué cayó el Imperio romano? Ha habido toda clase de respuestas (un estudioso alemán hizo una lista que incluía 210 posibilidades), desde las interesadamente ideológicas, según las cuales el problema de Roma fue que el Estado gastaba demasiado en guerras y en alimentar a los pobres, a las claramente morales, para las que el hedonismo y el afeminamiento de los romanos les impidieron mantener en funcionamiento una entidad política de su calibre.
Pero las respuestas serias son básicamente dos. Por un lado, que Roma cayó porque el sistema político era tremendamente caótico. La sucesión de los emperadores era demasiado indeterminada y el Estado era al mismo tiempo muy burocrático y siempre se encontraba enzarzado en batallas por el liderazgo militar. Y, por el otro, que el Imperio había crecido en exceso ―abarcaba de Londres a Damasco, del Danubio al Sáhara― y eso fomentó la creación de estados secundarios internos que, sumados a las amenazas externas, hicieron inviable la supervivencia de ese monstruo sin precedentes.
Pero hay una nueva teoría, fascinante y original. Lo que acabó con el Imperio romano fueron un cambio en el clima y la viruela.
Así lo explica 'El fatal destino de Roma' (Crítica), del profesor estadounidense de historia clásica Kyle Harper. Según él, ninguna de las teorías anteriores es desdeñable, y no existe ninguna duda de que las razones bélicas, políticas y económicas tuvieron que ver con la desaparición del Imperio. Pero, en los últimos años, el estudio de “núcleos de hielo, piedras rupestres, depósitos de lagos y sedimentos marinos”, así como de “huesos humanos [que] por su tamaño, forma y cicatrices preservan un sutil registro de la salud y las enfermedades”, de “dientes [que cuentan] historias sobre la dieta y la migración, biografías biológicas de la mayoría silenciosa” y de “los genes” nos permite ver muchísimo más allá de lo que lo hicieron los historiadores previos.
En primer lugar, Harper cuenta por qué Roma ―que en el siglo VIII a. C. era un poblacho poco prometedor, alejado del mar y sometido a sus vecinos etruscos― se convirtió en el mayor imperio de la historia. Por supuesto, hay razones humanas: desde el talento de sus líderes a su inteligente organización política y militar, y sobre todo una soberbia comprensión de las posibilidades del comercio y la tecnología. Sin embargo, también tuvieron mucho que ver las fuerzas de la naturaleza; en concreto, el clima.
"El sol fue generoso"
“El crecimiento de los mercados alimentó la expansión empresarial y las instituciones romanas incentivaron deliberadamente la ocupación de tierras marginales. La circulación de capitales propició el enorme aumento de las obras de irrigación en paisajes semiáridos. El auge económico del África romana [recordemos que Egipto fue durante mucho tiempo el granero que alimentaba a Roma] se logró gracias a la construcción de acueductos, pozos, cisternas, terrazas, diques, embalses y [canales]”. Lo cual pudo suceder gracias a que entre los años 200 a. C. y 150 se produjo lo que se conoce como el Óptimo Climático Romano, una fase del Holoceno ―la época geológica iniciada hace unos 12.000 años que permitió la aparición de la agricultura y, con ella, de las entidades políticas complejas― con “altos niveles de insolación (…), un periodo de clima cálido, húmedo y estable en gran parte del vasto Imperio romano”. O, por decirlo de otro modo, “el sol (…) fue generoso con los romanos”.
Como ya advirtió Plinio el Viejo, y Harper cuenta con datos, se produjeron migraciones botánicas que no se debieron únicamente a las artes humanas: las hayas, que antes solo crecían en las tierras bajas, empezaron a ser un árbol de montaña. Grandes glaciares comenzaron por entonces a retirarse de las alturas de los Alpes. Se podían plantar viñas, olivos y cereal en lugares antes imposibles. “Las condiciones del Óptimo Climático Romano permitieron que mayores extensiones de tierra fueran más maleables al avance de los cultivos humanos que en los siglos anteriores o posteriores”. De nuevo, sin el ingenio humano nada de esto habría servido para forjar un imperio que duró más de 500 años, pero sin estas condiciones, tampoco hubiera sido posible.
Ahora bien, esta época feliz llegó a su fin. Por un lado, el Óptimo Climático Romano terminó: el periodo entre los años 150 y 450 fue de una enorme inestabilidad climática, que tuvo efectos inequívocos en las reservas alimentarias y una enorme influencia en los acontecimientos militares y políticos. Y ya en el siglo VI, con el Imperio condenado, esas alteraciones climáticas culminaron en una Edad de Hielo: entre los años 530 y 540 se produjo la temporada más fría de todo el Holoceno y la energía procedente del sol descendió a mínimos, en parte debido a las erupciones de volcanes, cuyas emisiones crearon una capa que dificultaba la llegada de la luz a la tierra.
Como dice Harper, "los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos"
Pero además, como dice Harper, “los gérmenes son mucho más mortíferos que los germanos”. Roma llegó a tener un millón de habitantes ―ninguna ciudad del mundo igualaría esa cifra hasta el Londres del siglo XIX―, y había creado una red de carreteras y un sistema de intercambio entre zonas geográficas dispersas que no tenían precedentes. Y por eso mismo “deberíamos imaginarnos el mundo romano en su totalidad como un contexto ecológico para los microorganismos (…). La urbe romana era una maravilla de la ingeniería civil y, sin duda, los baños, las alcantarillas y los sistemas de agua corriente aliviaban los efectos más temidos de la eliminación de residuos (...) [pero] la ciudad estaba infestada de ratas y moscas, y pequeños animales graznaban en callejones y patios. No existía una teoría sobre los gérmenes, la gente casi nunca se lavaba las manos y no podía impedirse la contaminación de los alimentos. La ciudad antigua era un hogar insalubre. Las pequeñas enfermedades provocadas por la ruta fecal-oral, que inducían diarreas mortales, probablemente fueron la principal causa de muerte en el Imperio romano”.
En la década de 160 estalló la primera gran pandemia, la llamada 'peste antonina' (por el nombre del emperador del momento). Es probable que fuera la viruela, aunque no se sabe con certeza, y acabó con alrededor del 20% de la población. Las consecuencias políticas y económicas fueron devastadoras, y también se dejaron notar en el reclutamiento militar. El Imperio sobrevivió, pero a partir de entonces no volvería a ser el mismo. Solo mantenerse en pie le costaba ya un esfuerzo colosal.
Nos gusta hacer grandes interpretaciones morales de los acontecimientos históricos más trascendentes, y la caída del Imperio romano quizá sea uno de los más significativos. Este extraordinario ensayo de Kyle Harper demuestra cómo la humanidad se puede condenar no solo por clamorosos errores ideológicos sino por sucesos que escapan a su poder, como el tiempo ―aunque el cambio climático que experimentamos ahora sí tenga que ver con la acción de los humanos―. Sea como sea, deberíamos recordar la lección romana: incluso las civilizaciones mas sofisticadas están a expensas de las leyes de la naturaleza e incluso lo gigantesco puede caer. Así pasa la gloria en el mundo.
en resumen el imperio romano conquistaba,sometia alos esclavos al pan y circo para que no se revelen y sean dociles de controlar, al igual que sus exesos tan monstruosos que iso caer su sociedad como la llegada de jesuscirsto del cual confronto al decadente imperio romano y libero a los esclavos, ahi fue el final.pero actualmente el imperio romano de su sistema sige vivo en el 20s-2020 en occidente para controlar ala humanidad. por suerte la humanidad esta despertendo y su sistema de control social romano caira.
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